17.8.10

El ascenso obnubilado
hacia la fébica cúspide
se ha suspendido súbitamente.
En su lugar,
el manso transcurso llano
de nuestros pasos.
Ni una lágrima,
ninguna intemperie;
ahora la aridez está
sepulta en la extrañeza,
aunque haya faltado la tierra,
el pozo,
la tumba.

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