18.8.10

Recapitulación

       Se sentó por fin a recapitular. Una síntesis, un esquema, algo que ordenara el vacío. Hacía tiempo que venía transcurriendo en un vacío confuso. La nada repitiéndose como una única letra que se imprime sobre sí misma hasta agujerear el papel. Tecla, tecla, tecla, la misma tecla. Por eso ahora, los brazos cruzados, las piernas derramadas hacia delante, y la intención de recapitular.
       Había sido así todo el último tiempo –tecla, tecla, tecla–, pero antes, antes del antes del antes de esa nada testaruda, había habido otro modo que ahora intentaba reintegrar a la disponibilidad del recuerdo.
       El vacío había tenido, entonces, un antes-antes. Y había sido –creía– el de la secuencia. Una letra tras otra, en una línea, una página llena, y otra, y otra. La sólida plenitud de hojas y hojas, la acumulación entonces no de lo mismo sino de lo parecido, de lo otro y sus variantes.
       Pero ahora, en la recapitulación, aquello tenía el aspecto cuadrangular de una caja. Y a pesar del sintagma, aquel otro modo no había servido más que para detener todo transcurso. Un afán coleccionista, y las letras, entonces unas al lado de otras, se habían ido acomodando en hilera, llenando y rellenando el espacio con una combinación infinita pero trunca. Ahora aquello se recuperaba –apenas– con el formato de sus paredes rectas, tronchadas por la perpendicularidad de la renuncia, y la tristeza amarillenta de una tapa arqueada por el peso del polvo que desalentaba cualquier idea de reapertura.
       Había habido, pues, dos modos, pero pronto vio que, en la dupla, cierta reiteración quedaba ostensiblemente descubierta por el re- de la repetición y de la recolección, y que encima, ahora, la recapitulación se estaba diluyendo en un mero ejercicio de impotencia, por donde la reapertura de la renuncia desembocaba rápidamente en la renuncia a la reapertura, y que dicha desembocadura, por lo tanto, adquiría ahora –en el ahora del ahora– la breve declinación de un estanque cuadrado en el que lo otro y sus variantes burbujeaban con el mismo estertor y con el estertor de lo mismo.
       Entonces pensó que su recapitulación no era sino el re- de una capitulación, y por fin el por fin se descubrió a sus ojos desnudo de tiempo, perpetuo.

1 comentario:

Ariel Gulluni dijo...

Éste, por alguna razón aún a develar, me gusta mucho, mucho.