17.8.10

Memoria herrumbre,
puntas arqueadas,
amarillas,
hice lo que me pediste,
joven suicida,
para que puedas paliar tu cargo de conciencia.
Forjé el hierro blanco,
edifiqué los anaqueles,
parcelé el horizonte.
Cumplí con mi promesa.
Pero ahora,
sobre el vasto silencio
–y aunque las puertitas están bien cerradas–,
la metálica concreción de la cuadrícula
se llenó de polvo.
Así, como quien no quiere la cosa.
Me falló el hermetismo.
Perdón.

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