17.8.10

Busqué la gravedad,
la honda pronunciación de tus alcantarillas,
y erré descartando dialectos
y alófonos tangenciales,
afinando el oído.
Busqué el detenimiento,
el hálito pendiente de tu boca absorta,
y caí en la emboscada de estacas segunderas
y de flácidas duraciones,
remontando la planicie del tiempo.
Busqué con micrófonos y cronómetros,
con lupa la lúnula de tus uñas.
Analítica, minuciosa,
pormenorizadamente te busqué
en la ínfima intimidad de cada superficie.

Desde la inmensidad atómica, monolítica,
desde el único lugar donde no quise buscarte,
los pasos inaudibles de una mujer impalpable,
invisible,
inodora,
insípida,
los pasos de la maldita inexistencia,
y un atérmico pero igualmente gélido
índice sobre mi hombro.
En un instante inhallable y durante un tiempo infinito
insistió, insiste y va a seguir insistiendo;
yo ya no vuelvo a volverme.
De cara a lo que existe y resiste,
ahora busco con candor
los yerros y las celadas.

No hay comentarios: