17.8.10

       Si supieras cómo te extraño, príncipe, mientras vos corrés caminos que acaban por redundar la viceversa, yo, anclada en el azul que pinté para esperarte con un faro encendido, sigo tu última partida con la mirada.
       Si supieras cómo te extraño, príncipe, la luna repite cada vez el término. Y yo sigo anclada, y vos permanecés corriendo. Nadie ve –de qué serviría– la flor que dibujamos: yo voy atando los cabos que vos dejás sueltos, y soy tan prolija...

No hay comentarios: