17.8.10

Hoy me revelaron: lo soñaste. Y hubo quien corroboró a quien hasta la unanimidad. Así que esos ojos de mar, nácar y perlas, el viento castaño de esa frente, esos lóbulos de terciopelo rubio, el dulce sándalo de esas manos, ese príncipe, el príncipe, el príncipe no era mío sino yo. Desgajada de mí, en ese sueño yo me amaba.

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